Los historiadores han hecho cálculos con magnitudes supuestamente colombinas y afirman que Colón creía que la Tierra tenía un tamaño de las ¾ partes del real, cuando de los documentos colombinos se desprende claramente que Colón sabía no sólo que cada grado de meridiano tiene 60 millas náuticas si no que, además, conocía como fue medido ese valor en la Antigüedad (lo que ya he descrito en otro post). El punto de partida de los colombinistas para el cálculo es la famosa apostilla 490 en el libro de Pierre D’Ailly que se conserva en la Biblioteca Colombina.
El falso Colón de los historiadores.
Un historiador, especialista en temas colombinos, de prestigio mundial escibió:
«… para ello adopta el genovés puntualmente las teorías de Alfragrano, que, seguido por Toscanelli y D’Ailly, estimaban que a un grado le corresponden 56 millas y dos tercios…»
¡Mentira!. Colón escribió en una carta a los Reyes en febrero de 1494:
«… ansí que cada grado que está en esta dicha carta responde catorce leguas y un sesto así de setentrión en ahustro como de oriente en oçidente…»
Cartografía mallorquina (Llull)
En su obra «El árbol de la ciencia» el intelectual mallorquín Raimón Llull nos ha dejado una definición sobre la navegación que es toda una lección magistral de la forma en que se debe cartografiar una derrota mientras se navega (en contra del famoso axioma de que en el Medievo era imposible conocer la situación de la nave en tales condiciones; editada y traducida desde el mallorquín de su época nos explica:
¿Por qué se disfrazó Colón de lagarterana? (lanero genovés)
Un análisis escrupuloso de los textos que nos ha dejado Colón, muestran que sus conocimientos corresponden a los equivalentes a un maestro cartógrafo (y de los muy buenos) de su época, además, especial amigo de Juan II, lo que significa taller propio en Lisboa probablemente con muchos beneficios. Sigue leyendo
Tres triste naves.
Pedro Mártir de Angleria en una de sus epístolas recién llegado Colón de su primer viaje escribió: «Hace pocos días ha vuelto de las antípodas occidentales cierto Colono (… Cristophorus quidam Colonus…) de la Liguria, a quien casi con repugnancia confiaron mis reyes tres naves para ese viaje…» Sigue leyendo
El meollo colombino
No hay duda que, tal y como he demostrado en mi libro, Colón es poseedor de unos conocimientos excepcionales para su época: sabe situar la posición de una nave en alta mar, sabe la relación entre la milla y el grado, sabe que según el paradigma de Llull se navegación con leguas de 4 millas romanas y se cartea con leguas de 3 millas náuticas, sabe como fue medido grado del arco de círculo máximo terrestre que se proyecta en una carta como 56 ⅔ millas…
Lo que aún no saben los expertos y Colón si sabía: como se midió el tamaño de la Tierra.
Siempre que se escribe sobre la medición del arco de meridiano se trae a colación la estupidez de Eratóstenes; que si en Alejandría había un obelisco y en Siena un pozo, y se observó que el día del solsticio de verano el obelisco en el momento que el Sol alcanzaba su máxima altura, no existía sombra alguna en el pozo de Siena, midiendo la altura del obelisco y su sombra y conociendo la distancia Siena Alejandría el cálculo es un juego de niños.
La información privilegiada de Colón.
Vamos a llegarnos hasta el siglo X, y por el siglo XI para recoger el testimonio que dos geógrafos musulmanes, Ib-Yunus y Al Mass’udi, que nos han dejado escrito el método utilizado para medir el grado de meridiano terrestre por Alfragrano en el siglo IX: poner gente a caminar hacia el norte y hacia el sur hasta haber recorrido un grado (calculando la altura de un astro) y confrontar los resultados. Un científico del nivel de los existentes en la Escuela de Sabiduría de Bagdad jamás habría utilizado tal método que indefectiblemente conduce al error permanente, y mucho menos midiéndolo una única vez. Pero ese valor se ha aceptado universalmente como el valor de un grado de círculo máximo sobre la superficie terrestre por la Escuela de Bagdad y el resultado fue de 56 ⅔ millas.
Sin el genovés, nacionalismo o misterio.
Si eliminamos la opción «oficial» de Colón, nos encontramos con dieciocho cunas posibles para el nauta, y aunque algunas de ellas nacen como consecuencia de buscar una alternativa al genovesismo no aceptado por el autor, la gran mayoría son hijas directas del nacionalismo más exacerbado, y no quiero destacar algún caso bien conocido.
El timo del genovés.
Los documentos castellanos que definen a Colón como genovés son realmente escasos, en primer lugar Pedro Mártir de Anglería en una carta anunciando el descubrimiento realizado por un tal Colonus procedente de la Liguria; después Andrés Bernaldez (cura de los Palacios), amigo de Colón (según él) pero aún más amigo de Diego de Deza preceptor del Principe Juan y posterior Inquisidor General, Pedro de Ayala, embajador de los Católicos en Londres que en una misiva habla de una expedición donde también intervendrían otros genoveses como Colón, y por último Gonzalo Fernández de Oviedo paje del Príncipe Juan, alumno de Diego de Deza y amigo de Diego Colón. Está clara la mano de los Católicos tras todos eses personajes, aunque es imposible demostrar que ellos sugirieron en algún momento la procedencia genovesa del Almirante.