El meollo colombino

No hay duda que, tal y como he demostrado en mi libro, Colón es poseedor de unos conocimientos excepcionales para su época: sabe situar la posición de una nave en alta mar, sabe la relación entre la milla y el grado, sabe que según el paradigma de Llull se navegación con leguas de 4 millas romanas y se cartea con leguas de 3 millas náuticas, sabe  como fue medido grado del arco de círculo máximo terrestre que se proyecta en una carta como 56 ⅔ millas…

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Lo que aún no saben los expertos y Colón si sabía: como se midió el tamaño de la Tierra.

Siempre que se escribe sobre la medición del arco de meridiano se trae a colación la estupidez de Eratóstenes;  que si en Alejandría había un obelisco y en Siena un pozo, y se observó que el día del solsticio de verano el obelisco en el momento que el Sol alcanzaba su máxima altura, no existía sombra alguna en el pozo de Siena, midiendo la altura del obelisco y su sombra y conociendo la distancia Siena Alejandría el cálculo es un juego de niños.

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La información privilegiada de Colón.

 

Vamos a llegarnos hasta el siglo  X, y por el siglo XI para recoger el testimonio que dos geógrafos musulmanes, Ib-Yunus y Al Mass’udi, que nos han dejado escrito el método utilizado para medir el grado de meridiano terrestre por Alfragrano en el siglo IX: poner gente a caminar hacia el norte y hacia el sur hasta haber recorrido un grado (calculando la altura de un astro) y confrontar los resultados. Un científico del nivel de los existentes en la Escuela de Sabiduría de Bagdad jamás habría utilizado tal método que indefectiblemente conduce al error permanente, y mucho menos midiéndolo una única vez. Pero ese valor se ha aceptado universalmente como el valor de un grado de círculo máximo sobre la superficie terrestre por la Escuela de Bagdad y el resultado fue de 56 ⅔ millas.

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